miércoles, abril 05, 2006


Último Cómputo

Habitualmente me sucede en las vísperas, que hago un pequeño balance. Veo que las palabras escritas que llenan mis hojas, han cambiado. Y con todo el afecto que me merecen, les doy la bienvenida a aquellas recién llegadas.
Bienvenidas la ternura, la dulzura y la calidez, bienvenidas las mañanas. Saludo a las mujeres, a la serenidad y a la calma.
Bienvenido el contener, bienvenida voluntad.
No desconozco en este saludo a las antiguas que me han forjado: caos, dolor, muerte y llanto, sueños y laberintos, castaños y sirenas.
Pero habrán algunas atemporales, parte ya de mi, caminos, búsquedas y sentir.
Saludo sobre todo a las madres, al nacer y al descubrir.
Les deseo a todas una buena y larga vida en mi vida, y agradezco su presencia en mis páginas. Bienvenido otro año.
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Fe Serena

Me ha pasado últimamente, que me asaltan imágenes de niña. Sobre todo, la calidez, y ternura de mi madre, con esa serenidad tan suya, con la que llenaba de ternura una mañana de Domingo, y con la que, aún hoy, le regala paz a mi alma.
Siento la bendita certidumbre de que es ésa la sensación que quiero impregnar en la infancia de mis hijos.
De la mano de estas imágenes, viene también el hastío de historias transitorias. Y de la mujer que soy en ellas.
Ya no tengo miedo de no querer más variables. Y es que, es el momento de elegir mi propia forma de vivir. Comprendo que debo crear mis límites, escoger lo que deseo ser y entregar.

La vida me esta pidiendo a gritos que rece mi credo, y deje mi oportunista indecisión.

Entiendo y asumo que conquistar la serenidad de mi alma, me traerá mas felicidad que el experimentar todas las nuevas oportunidades que aparecen en mi vida.
Se me exige una cuota bastante alta de valentía y voluntad, a cambio de la anhelada calma. Pero sé, que aunque caeré mil veces, conquistaré algo que podré entregar a aquellos que estén a mi lado.

Y es que solo teniendo mis pies firmes podré, al fin, contener, y transformarme en una legítima compañera.

Es un golpe de fe. Confío en que llegarán los días en que ya no ande a destiempo en el amor.
Por mientras, trabajo en crear una vida para compartir.
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Contener

Tantas veces ha venido a mí esa palabra. Si no fuera tan descreída, pensaría que es ella la que me busca a mí…
Pero aún no he aprehendido sus formas…y realmente lo siento, me queda grande.
Asumo mi debilidad, y me responsabilizo de iniciar la búsqueda hasta encontrarla. Y es que si en cada dolor tuyo, si en cada una de tus muertes yo me perdiera y me quebrara ¿qué sumaríamos juntos? ¿Cómo podría pedirte templanza y solidez en mis caídas, si yo no soy capaz de ofrecer lo mismo?
Quiero aprender.
Paciencia, trabajo y tiempo.
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Amaneceres y Mañanas

Me despertó el frío y el gris del día, y eso suele taladrarme el alma. Podría haber sido una mañana triste.
Estaba sola, y la casa llena de silencio, por todas partes sobraban puertas. En mi cama, me acurrucaba al dolor que cólicamente me abrazaba bajo el
ombligo.
Luego de un largo rato, después de llamar incansable y mudamente a aquel que siempre sana mis dolores, y que jamás ha estado, me levanté sin mucha fe a buscar consuelo en mi misma: un té de manzanilla, una bolsa de agua caliente, una “palabra en el aire”.Y entre la calidez del agua caliente y la ternura exquisita de la música, comenzó a transformarse la mañana.

A mí llegaron sensaciones vívidas de otras mañanas, en otros días, hace ya años…
Mañanas de camino al colegio, húmedas y grises como aquella, andando, de cara al viento, con el alma liviana y un nudo en el estómago, con la emoción del amor melancólico de los 14 años… mañanas de niñez, en la cama de mis papas, que traían a mi olfato el olor inconfundible de las sabanas tibias y un diario recién abierto…la luz que entraba a raudales con intensidad de otoño por mi ventana me hacía pensar que era aquella la mañana de mi cumpleaños, ese día que era sólo tuyo, y que despertabas con besos, una canción muy conocida, y olor a papel de regalo…Esa mañana, en la que descubrí que un amanecer en la laguna se viste de grises y azules, y se envuelve en bruma para que el primer rayo de sol no sea jamás ignorado…Mañanas escuchando campanadas de iglesia, y un sol tibio que inundaba la galería de la casa de mis abuelos, anticipando las empanadas del almuerzo…O aquella madrugada de Agosto, en que viajaba contra el reloj, observando extasiada como tú, mi niño, y la mañana llegaban juntos a saludar al mundo, y como para recibirlos, la tierra mostraba sus colores brillantes, recién lavados…

Y de pronto, caí en cuenta, que mi casa estaba llena de aquellos que están también en mi alma. Comprendí que es eso lo que tienen los hogares…sus muebles y paredes están impregnadas de la emoción de aquellos que allí habitan. Me sentí en mi hogar.
Podría haber sido una mañana muy triste, pero no lo fue.
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Ternuras II: Abrázame

Quiero que me abraces madre, y apoyar mi cansada cabeza a en tu pecho, que tu tibieza alcance mi alma que tiene tanto frío.
Hoy tengo pena, de esa pena honda y oscura, esa con intranquilidad y reproches. Esa de angustia.
Me hicieron daño mamá, y aún no aprendo a consolarme.
Y es en estos momentos cuando me siento tan pequeña…y sólo quiero que tus palabras calmas, y tu fe en mi, me inunden.
¿Por qué creemos que el crecer es también el dejar de ser niños?
Ya no temo el necesitarte…
Quiero tu cobijo mamá, quiero que me ayudes a pararme, para poder seguir en el camino con paso firme.
Quiero sentir tu mano en mi hombro.
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