domingo, febrero 12, 2006


Parte III: No acepto ser mujer de sueño

“…No acepto ser mujer de sueño, pues sería una ofensa a esas mujeres en mí, que aun siendo de tierra y de piel, son bellas y dignas de amor...

No trates de amarme si no puedes ver belleza hasta en las mas oscuras.

Si lo intentas, tendrás que saber que es probable que te hiera, y que compartirás también el peso de mi mochila… que en tu vida aparecerán los personajes que atan mi vida con cadenas, y que te perderás probablemente en mis laberintos, o te ahogarás en mis mareas.
Tendrás que saber que lloré antes de nacer y que, según cuentan, eso me traerá consecuencias que aún desconozco. Por ahora, sólo lloro sin preámbulos, y con frecuencia…y también nací con más dedos que el resto de la gente que se dice normal.
Tendrás que saber que todas las mujeres que hasta ahora en mi conozco fuman, que tengo en mi piel cicatrices de malos mundos, y notables malos hábitos que me quitan seriedad.
Sepa también que la soberbia me viene de sangre, y que sospecho que libraré contra ella, una batalla de por vida.
En fin, ya esta dicho.”

Parte II: Las Consecuencias

….Al descubrirlas, me encuentro. Por fin el encuentro que esperé, por el que desperté y tomé la espada…
Tomo conciencia de mí, y de mi humanidad.
Y dejo los sueños…me hago responsable de mis dragones.
Al carajo mi hombre castaño, ese que mi alma inventó para paliar soledades, te prefiero de piel.
De vida, el quererte, de miedo, de pasión y de ternura el quererte. De error y de dolor el quererte. De paz y de calma es también el quererte.
Y de quererte son también tus batallas perdidas.
No acepto, por tanto, ser mujer de sueños, pues sería una ofensa a esas mujeres en mí, que aun siendo de tierra y de piel, son bellas y dignas de amor.


Parte I: Las mil mujeres en mí

Comienzo a entender al fin la estructura del mosaico, y es que soy mil mujeres, de cada una, una parte.
Y, en el no definirme, pensé que no me conocía.
Buscaba sustentación anhelando encontrar en alguna base mi nombre, cuando este ya estaba escrito en cada una de ellas. Pues, de negar alguna, niego mi historia, y la que de ella he resultado ser.
Existe en mi la fiel y la traicionera, la amante y la amiga, la impulsiva y la Penélope, la simple y la compleja. Y existen muchas mas, invariablemente contradictorias.
Comienzo a amarlas cuando, al fin, se ponen de acuerdo y dejan los celos, o cuando tomo de alguna las virtudes que me permiten saltar limpiamente la valla, o cuando me lanzan certezas que guían mis pasos.
Gobernarlas es gobernar mi voluntad. Elegir una u otra es escoger la herramienta que deseo utilizar para vivir lo que el camino me depare. El camino en esta vida mía... la que tercamente elijo todas las mañanas.
Al re-conocerlas, me encuentro. Por fin el encuentro que esperé, por el que desperté y tomé la espada.